jueves, 28 de abril de 2011

MUNDO ARABE: ¿SOLUCION POLITICA O SALIDA MILITAR?

Luis DALLANEGRA PEDRAZA
LIBIA Y LOS FACTORES DEL CONFLICTO
En esta segunda etapa del conflicto en el mundo árabe, luego de que la sociedad civil comenzara a tomar en sus propias manos su destino, la intervención en Libia por Estados Unidos y los aliados, fue como fuerza aérea de los rebeldes a la vez que como “árbitros supremos” decididos a establecer el orden para no perder el control estratégico regional.
Se incrementaron las presiones de la comunidad internacional a favor de una mayor claridad sobre la misión encomendada por la ONU, con llamados de Rusia y China de un cese el fuego inmediato. El Presidente ruso, Dimitri Medvedev, expresó su preocupación por cómo se está desarrollando la operación en Libia y por las bajas civiles debido al uso indiscriminado de la fuerza aérea. El Ministro de Relaciones Exteriores Sergei Lavrov, acusó a la OTAN de apoyar a los rebeldes armándolos lo que equivale a interferir en una guerra civil, algo que no fue ordenado por el Consejo de Seguridad (CS) de la ONU. El gobierno chino advirtió sobre la posibilidad de que los ataques aéreos generen un desastre humanitario.
La Liga Arabe, ha reafirmado su apoyo a la zona de exclusión aérea, pero Amr Moussa, Presidente de la Liga, expresó preocupación de que las acciones aéreas causen bajas civiles en lugar de ayudar a proteger a la población. El Secretario General del Consejo de Cooperación del Golfo, Abdul Rahman bin Hamad, planteó que la intervención militar debe ser para proteger a la población civil y no debe convertirse en una invasión.
De los miembros de la Liga Arabe solo Qatar ofreció apoyo concreto a la coalición, al poner a disposición cuatro aviones. Junto a Francia han sido los únicos, hasta ahora, en reconocer al rebelde Consejo Nacional Libio como legítimo representante del país.
LA ONU AUTORIZO LA INJERENCIA EXTRANJERA
Para analizar lo que hoy sucede en Libia, es importante remitirnos a lo expresado por el CS de la ONU en la Resolución 1970, adoptada por unanimidad: Expresa la grave preocupación por la situación en la Jamahiriya Arabe Libia y condena la violencia y el empleo de la fuerza contra civiles. Acoge con beneplácito la condena por la Liga de los Estados Arabes, la Unión Africana y el Secretario General de la Organización de la Conferencia Islámica de las graves violaciones de los derechos humanos. Acude a su prerrogativa, tendiente al mantenimiento de la paz y seguridad internacionales, exigiendo que se ponga fin de inmediato a la violencia y pide que se tomen medidas para satisfacer las demandas legítimas de la población. Decide remitir la situación imperante desde el 15 de febrero de 2011 al Fiscal de la Corte Penal Internacional.
En este último punto, lo paradójico es que Rusia, China, India y Estados Unidos no quisieron firmar el Estatuto de la Corte Penal Internacional (CPI), pero dieron respaldo a la Corte.
Debido a que Muammar Khadafy desoyó la advertencia violando el alto el fuego aceptado por su gobierno, el CS de la ONU adoptó una nueva Resolución, la 1973, donde se indica que las acciones realizadas por el gobierno libio son una “sistemática violación de los derechos humanos”, e implican el incumpliendo de la obligación básica que tienen las autoridades libias de proteger a la población. Por ajustada decisión de 10 votos, tres de miembros permanentes y siete de no permanentes, la ONU exigió el establecimiento de un alto el fuego, reiteró la necesidad de intensificar los esfuerzos por encontrar una solución a la crisis que responda a las demandas legítimas del pueblo libio y exigió que las autoridades libias cumplan las obligaciones que les impone el derecho internacional, las normas de derechos humanos y el derecho de los refugiados, a la vez que autorizó a los Estados Miembros a que adopten todas las medidas necesarias para proteger a los civiles, aunque excluyendo el uso de una fuerza de ocupación extranjera de cualquier clase en cualquier parte del territorio libio.
China y Rusia, miembros permanentes del CS en vez de vetar la Resolución, se abstuvieron, lo que hace pensar, que no están de acuerdo con la intervención militar, pero si lo están respecto de que Khadafy se retire del gobierno. India, Alemania y Brasil, miembros no permanentes del CS, los acompañaron.
Una vez iniciadas las operaciones para establecer una zona de exclusión aérea, el gobierno de Libia pidió reunión urgente del CS de la ONU, considerando nula la Resolución, al considerar que Libia no es de la comunidad internacional, sino de los libios.
DOCTRINA DE LA RESPONSABILIDAD DE PROTEGER
¿En qué se funda la Resolución del CS de la ONU?
En 1979 se celebró la XVII Reunión de Consulta de Ministros de Relaciones Exteriores de la OEA, para tratar el caso Nicaragua durante la dictadura de Somoza y el sandinismo a las puertas de tomar el poder. El representante de Estados Unidos decía que no había que entrometerse en los asuntos internos de otro Estado -principio de no intervención-, pero el representante venezolano dijo que mientras no se intervenía, Somoza atentaba contra los derechos humanos de los nicaragüenses. Frente a dos principios que entran en colisión, hay que elegir el más relevante, por lo que se decidió “intervenir” en defensa de los “derechos humanos”.
En 2005, la Asamblea General (AG) de la ONU, institucionalizó este concepto, adoptando la Doctrina de la “responsabilidad de proteger” mediante la “Resolución A/RES/60/1. Apareció vinculada a las discusiones sobre la intervención humanitaria en Kosovo y en vista de las experiencias negativas de esta organización en Somalia, Rwanda y Bosnia.
De acuerdo con la Resolución 60/1: “Cada Estado es responsable de proteger a su población del genocidio, los crímenes de guerra, la depuración étnica y los crímenes de lesa humanidad. (…) La comunidad internacional debe, según proceda, alentar y ayudar a los Estados a ejercer esa responsabilidad y ayudar a las Naciones Unidas a establecer una capacidad de alerta temprana”. Esto lleva a la “Responsabilidad de Prevenir” que implica el empleo de sanciones y el uso de la fuerza contra un Estado.
Hay que señalar que la AG de la ONU -la comunidad internacional en su totalidad- fue la que adoptó la Doctrina, pero no es la que decide en qué casos se aplica; para ello, está el CS de la ONU, la pequeña elite decisora dentro de la comunidad internacional, los que operan como “árbitros supremos”.
En este caso, Barack Obama, como Presidente del “árbitro supremo” por excelencia, muestra que se comporta como un Premio Nobel de la “Pax” toda vez que, en lugar de enviar una misión observadora de la ONU y/o la Unión Europea, conjuntamente con representantes de la Liga Arabe y la Organización para la Unidad Africana (OUA) para tratar con el gobierno y los rebeldes, decidió hacer uso de la vía militar, no sólo para proteger a la población civil, sino también para armar a los rebeldes.
¿NECESIDAD DE REFORMA DE LA ONU?
En los últimos años, se ha escrito mucho sobre la necesidad de reforma de la ONU, ya que no puede cumplir con su objetivo de mantener la paz y seguridad internacionales. Existe la creencia de que se trata de un “actor independiente” cuando, en realidad, no lo fue nunca y mucho menos a partir de 1949 cuando se creó la OTAN y en 1955 su contraparte, el Pacto de Varsovia, que hicieron que el artículo 43 de la Carta, que propone la creación de una fuerza armada del organismo, nunca se implementara, por lo que, o las fuerzas de los miembros permanentes del CS -los occidentales, no China o la ex URSS- o la OTAN debían hacerse cargo, lo que ha hecho que la ONU se subordinara a la OTAN y/o a esa pequeña élite del CS que son los miembros permanentes. Aunque parezca paradójico, todo es legal y todo es legítimo, aunque uno considere que es una injusticia.
La ONU cumple con el objetivo, en la medida de que quienes la “controlan” que son los miembros permanentes del CS así lo plantean y, en especial el más poderoso que es Estados Unidos -árbitro supremo- y deja de funcionar por los mismos motivos. La ONU, como el resto de organismos internacionales, políticos, económico-financieros y de seguridad, constituye la “institucionalización” de la estructura de poder vigente, tal como lo fue en 1945 en la Conferencia de San Francisco.
EL IMPERIO DE LOS PODEROSOS
A diferencia de lo que ocurrió con la invasión a Irak, interviniendo en un país soberano sin la autorización del organismo, sin sanción alguna que castigara al país invasor, dado que se trata de un “árbitro supremo” de la comunidad internacional, esta vez, la Resolución 1973 transformó la aprobación de intervención internacional en un simple trámite.
La ONU, a través de su órgano de gobierno, el Consejo de Seguridad, muestra que sirve solo al efecto de avalar los intereses de las potencias centrales, los “árbitros supremos”, dado que la comunidad internacional no constituye un “Estado mundial” y carece de un sistema de “gobierno”, por lo que los más poderosos son los que establecen las reglas instaladas en los organismos internacionales, que ellos mismos controlan, ya que el poder a su interior, como se puede observar, es visiblemente “asimétrico”. Esta es una característica del sistema internacional y no una anomalía, mas allá de que sea considerada injusta.
La existencia de un CS integrado por poderosos que deciden, rodeado del resto que acompaña para dar imagen de pluralismo democrático, forma parte del funcionamiento del sistema internacional y es independiente de las voluntades orientadas a lograr una igualdad, que puede ser jurídica, pero que claramente no lo es desde el punto de vista del poder.
Que se utilice la acción de la ONU para legitimar un plan complejo, urdido al efecto de despojar a Libia de sus recursos naturales a través de la búsqueda por imponer un gobierno afín, muestra el funcionamiento del poder y también del “no poder”. Acompaña esta visión artificialmente creada por la diplomacia, la idea de una crisis humanitaria producto de violaciones de los derechos humanos a través del control de los medios de información, en los que se destaca lo que el poder indica y no se muestra lo que al poder le interesa. Los medios internacionales han desarrollado una estrategia para convencer al mundo de la necesidad de una intervención militar extranjera en Libia, lo que no se ha hecho en el caso de Bahrein, dónde se dan manifestaciones que demandan reformas políticas en el reino, violentamente reprimidas por las autoridades aliadas de Estados Unidos, por ser la sede de la V Flota y dónde han irrumpido tropas de Arabia Saudita, otro de sus aliados.
La idea de una ola de pueblos en la calle reclamando pacíficamente por sus derechos, amenazaba la estabilidad de gobiernos genuflexos a los intereses occidentales. Era evidente para Europa y Estados Unidos que había que tomar previsiones para controlar lo que fuera que surgiese de esos cambios y prevenir que la ola se tornara incontrolable para los regímenes de Arabia Saudita; Bahrein; Yemen; Argelia y otros.
A Estados Unidos le importa fundamentalmente que el mundo Arabe no se salga de control; influir en los futuros sistemas políticos y evitar que se multipliquen los focos de tensión global.
Respecto del caso libio, aprovechando la ola de manifestaciones, las potencias centrales concibieron la idea de explotar el malestar existente para deponer a un líder molesto como Khadafy y abrir la puerta a un gobierno permeable a los manejos occidentales.
Ya el 27 de febrero, Hillary Clinton decía que la administración Obama estaba preparada para ofrecer “cualquier tipo de ayuda” a los libios que tratan de derrocar a Khadafy; que Estados Unidos estaba tendiendo la mano a muchos libios que intentan organizarse en el este, y cuando la revolución se extienda hacia el oeste, también lo haremos ahí. Por ello el gobierno de Estados Unidos se anticipó a oponerse al plan de paz propuesto por Hugo Chávez, que había sido aceptado por Khadafy, cuya implementación, además de frenar la violencia, hubiese abierto las puertas a otro panorama político en Libia. El plan inicial para desestabilizar y deponer a Khadafy implicaba que la oposición libia hiciera sola el trabajo sucio, mientras que europeos y estadounidenses les aseguraban un flujo ininterrumpido de armas, municiones, asesores y apoyo aéreo a la distancia.
El virtual triunfo de Khadafy y su mantenimiento en el poder genera a los aliados la posibilidad de un escenario inadmisible en el que Libia negaría el acceso al petróleo y al gas.
KHADAFY FINANCIO LA CAMPAÑA ELECTORAL DE SARKOZY
Saif al Islam, hijo de Muammar al Khadafy, aseguró que su padre financió la campaña electoral de Nicolás Sarkozy y le pidió que devuelva ese dinero porque “ha decepcionado” a la población libia. Al Islam, recalcó que tiene “todas las cuentas bancarias, los documentos y los movimientos de las transferencias”.
Sarkozy ha buscado mostrarse como un impulsor de la operación aliada en Libia. La intervención militar supone un arma de doble filo para él que, según analistas, podría recuperar fuerza política con vistas a una eventual reelección en 2012 o sumar más problemas a su mandato.
Sarkozy se convirtió el 10 de marzo en el primer Jefe de Estado que se reunió con insurgentes libios y reconoció su liderazgo en Benghazi. Con estos gestos, buscó enmendar los errores y titubeos que tuvo Francia ante las revueltas populares en Túnez y Egipto, que provocaron una ola de críticas a su gobierno. Libia también tiene una importancia estratégica para Francia, entre otras razones, por tener fronteras con cuatro países francófonos: Túnez, Argelia, Níger y Chad. Francia importa el 6% del crudo libio a la vez que hay un yacimiento petrolífero explotado por la francesa Total.
En diciembre de 2007, Sarkozy ofreció una gran bienvenida a Khadafy en París, pese a las críticas de opositores y miembros del gobierno por la situación de los derechos humanos en Libia. Sarkozy justificó entonces que “Khadafy no es percibido en el mundo Arabe como un dictadorEs el más antiguo de los jefes de Estado de la región y del mundo Arabe”.
PARTICIPACION DE LA OTAN
La coordinación de las acciones militares pasó a la OTAN, que opera como una fuerza “disciplinadora” y no de paz, ya que suple al artículo 43 de la Carta de la ONU, operando para los “árbitros supremos” no para la comunicad internacional.
Los veintiocho miembros de la OTAN estuvieron de acuerdo con la decisión, incluso Turquía, que había expresado dudas acerca de los ataques en un país musulmán. El Presidente Sarkozy siguió insistiendo en que la coalición se reserva la iniciativa en lo político aunque la operación militar descanse en la maquinaria de la OTAN.
El apoyo Arabe y su participación en esta misión siguen siendo cruciales, así como su rol en el final, cuando éste llegue.
LIBIA: INTERVENCION MILITAR ¿Y DESPUES QUE?
Para los rebeldes la interpretación de la Resolución del CS de la ONU, habla de proteger a la población civil destruyendo necesariamente la infraestructura militar de Khadafy.
La Resolución 1973 de la ONU no especifica si el fin es un cambio de régimen, incluso aunque eso sea lo que esperan muchos.
¿Es Khadafy el objetivo de los ataques? El Vicealmirante del Pentágono, Bill Gortney, dijo que “no estaba en su lista de objetivos”. Tanto el gobierno norteamericano como el británico esperan que Khadafy sea expulsado desde dentro.
Algo que los aliados quieren evitar, es un quebrantamiento del orden y el caos, como el que surgió a raíz de la acción militar en Irak. Si el régimen de Khadafy cayera, después de 42 años en el poder, podría desatar una ola de ajustes de cuentas y conflictos tribales. No está claro cuán unidos pueden quedar el este y el oeste del país para acordar un nuevo liderazgo.
Hasni Abidi, Director del Centro de Estudio e Investigación del Mundo Arabe y del Mediterráneo, en Ginebra, aclara que el actual reparto del territorio entre Khadafy y los sublevados se corresponde con la antigua frontera entre la Tripolitania -tres ciudades-, en el oeste y la Cirenaica en el este, ex provincias del imperio romano. Para él, Khadafy se acomodaría más fácilmente a esta solución que a una capitulación. Al este está el petróleo y al oeste, el gas.
La partición de Libia preocupa porque es sinónimo de una situación de caos prolongado a las puertas de Europa. Una posible nueva Somalia. Para el Secretario de Defensa de Estados Unidos, Robert Gates sería una fórmula de inestabilidad.
El Presidente Sarkozy anunció que Francia y el Reino Unido prepararon una iniciativa común para resolver por la vía política y diplomática la crisis en Libia. Urgieron a Muammar Khadafy a dejar el poder inmediatamente y pidieron a las fuerzas rebeldes que se sumen a un proceso de transición en el país. Reconocen al Consejo Nacional, creado por los rebeldes en Benghazi, un papel pionero en el proceso de cambio, al que deberían asociarse los líderes de la sociedad civil. La transición debe alcanzar una reforma constitucional y la preparación de elecciones libres.
La propuesta franco-británica fue compartida por el Presidente Barack Obama y la Canciller alemana, Angela Merkel, que expresaron también su apoyo al proceso de transición en Egipto. Fue presentada en la Conferencia de Londres, a la que asistieron los cancilleres de 35 países y representantes de la Unión Europea, OTAN, ONU, la Liga Arabe y la OUA. La Conferencia tuvo por fin principal que la “comunidad internacional” llegue a un acuerdo sobre la misión.
Los líderes de la coalición internacional decidieron continuar con la operación militar en Libia hasta que Khadafy abandone el poder. También acordaron crear un grupo para coordinar la ayuda a una Libia post Khadafy cuya primera reunión fue presidida por Qatar.
Los Puntos acordados en la Conferencia de Londres contemplan: 1) Continuar con los esfuerzos hasta que todas las condiciones sean cumplidas: inmediato cese al fuego, fin de los ataques a civiles y acceso total para dar ayuda humanitaria a los necesitados. 2) Actuar para prevenir las operaciones de mercenarios. 3) Que el pueblo libio debe ser libre de determinar su propio futuro.
Este texto fue publicado en la Revista: Veintitres Internacional, Buenos Aires, Abril del 2011, Año 5, Nro. 63, págs. 4-8.

miércoles, 27 de abril de 2011

MALVINAS: QUO VADIS


Luis DALLANEGRA PEDRAZA
Introducción

La disputa por las Malvinas tiene un largo historial de demandas por parte de Argentina, sin ningún logro, especialmente en lo que hace a que se trate el tema de la soberanía.
En junio de 74 se estuvo cerca de un principio de solución, cuando el Embajador ingles en Buenos Aires comunicó a la Cancillería Argentina la disposición de qued su gobierno  aceptaba, en forma oficial y preliminar, iniciar conversaciones en Buenos Aires orientadas a compartir la soberanía en términos de que: ambas banderas flamearan juntas, que se adoptaran los idiomas español e inglés como idiomas oficiales, que se aceptara la doble nacionalidad para los isleños, y que el gobernador fuese designado alternativamente por la Reina y el Presidente de Argentina, opción que el presidente Perón estaba dispuesto a aceptar.
La muerte de Perón y el informe Grifith generado por un equipo de investigadores de la Universidad de Birmingham titulado “Geology of the Region around the Falkland Islands” preparado por el Departamento de Ciencias Geológicas de esa Universidad y presentado en marzo de 1975 que revelaba la existencia de cuencas petrolíferas en el área Malvinas, provocó un cambio de actitud por parte del gobierno argentino. La Misión económica gubernamental encabezada por Lord Shackleton en el Atlántico Sur en 1976 que encontró petróleo y minerales en la zona adyacente a las islas, confirmó las aspiraciones de Gran Bretaña y la respuesta débil de la Argentina.
Hacia fines de los '70s fue conocida, a través de publicaciones europeas sobre seguridad, la aspiración de los miembros de la OTAN de expandirse más allá del territorio establecido en el tratado constitutivo. De por sí, la OTAN apoyó la salida de tropas y equipo militar británico fuera del área del tratado y la respaldó, incluso militarmente. No obstante ello, la expansión en términos mundiales se alcanzó al cumplir los 50 años esta organización en 1999.
Esto se debió a la reorientación de la expansión colonial de las grandes potencias desde los territorios continentales hacia los insulares, lo que le dio mayor valor a las Islas Malvinas, Isla de Pascua, Tristán da Cuña, Ascensión, Santa Helena, Diego García, etc.
La guerra de las Malvinas de 1982 dejó como enseñanza, porque pareciera que en el país no se supiera desde antes, que además de ser su ex madre patria, es Gran Bretaña el aliado de EUA en la OTAN, y en todo tema estratégico como Antártida o Malvinas; por lo que difícilmente apoye aspiraciones como la de la recuperación soberana por parte de Argentina.
Esto debe hacer repensar las estrategias y la diplomacia a la élite pensante y dirigente de la Argentina.
No es EUA ni los países europeos, incluyendo a España, aunque tiene su conflicto con Gran Bretaña en el Peñón de Gibraltar, los que apoyarán a Argentina en sus aspiraciones, sino aquellos Estados que han tenido problemas similares y lo han resuelto de alguna manera.
Hay dos modelos vigentes en lo que hace a la recuperación territorial. Uno es el caso de la región de Goa quitada a Portugal por la fuerza, por parte de India. En este caso Portugal era una potencia colonial en decadencia, a la vez que Argentina ya probó en 1982 esta alternativa con resultados negativos. El otro modelo es el de China recuperando Hong Kong de manos británicas a través de la negociación.
Tal vez sea China el país al que haya que mirar y del que haya que aprender en el futuro para negociar la soberanía de las islas.
Un informe de prensa publicado el 17-10-2007 en el diario británico The Guardian, señala que el Reino Unido planea reclamar la soberanía de una parte de la plataforma continental antártica donde, bajo las aguas, existen depósitos de minerales valiosos, además de gas y petróleo. Según el diario, que cita a una fuente de la cancillería, el gobierno británico está compilando información y datos para obtener el derecho de explotar un área de aproximadamente un millón de kilómetros cuadrados.
En septiembre de este año, el Reino Unido presentó un pedido ante la ONU para ampliar el área de dominio británico sobre la plataforma continental de las Islas Malvinas y de la Isla de Ascensión, también en el Atlántico Sur, entre otras islas. De ser aprobada esa propuesta por la Convención sobre el Derecho del Mar de la ONU, los territorios británicos pasarían de 200 a 350 millas alrededor del archipiélago, en áreas que contienen petróleo, gas y minerales. Esto se debe a que en el 2009 todos los países deberán presentar ante la ONU estudios para ampliar sus plataformas continentales.
Frente a las nuevas tendencias británicas de extensión de la zona económica alrededor de Malvinas y de reclamo sobre Antártida por la riqueza en minerales, petróleo y gas, el país, su élite pensante y dirigente, no puede seguir llevando a cabo un juego diplomático imaginario. No se trata de igualdad soberana ante los organismos internacionales, sino de poder; y poder no es sinónimo de armarse para ser más fuerte y de guerra, como muchos erróneamente consideran, sino de saber escoger alianzas para poder negociar desde una posición mejor.
La diplomacia es un “quid-pro-quo” constante: “tanto te doy, tanto me das”. Esto sólo es posible negociando en paridad de condiciones o celebrando “alianzas maximizadoras” que permitan tratar con Gran Bretaña, sino en el corto o el mediano, en el largo plazo, desde una posición más fuerte.
Argentina debe aliarse para fortalecer su capacidad de negociación y “crear” poder, con aquellos que la apoyen en sus iniciativas y no los que le generen más costos que beneficios en sus exigencias. Ni EUA ni el Reino Unido han servido para que Argentina pudiera lograr sus objetivos. En un mundo global, Argentina debe tener relaciones globales y con los países que ayudan al logro de sus intereses. China puede ser uno de ellos con la experiencia Hong Kong.


Publicado en Semanario Parlamentario, Edición Nº 909, Congreso de la Nación Argentina, Noviembre del 2007, http://parlamentario.com/articulo-1842.html.

sábado, 9 de abril de 2011

MUNDO ARABE: UN GRAN ROMPECABEZAS QUE SE DESARMA

Desde hace más de un mes, el mundo árabe es noticia en todo el planeta. Se están jugando procesos que tendrán consecuencias para la estructura mundial en los próximos años. Resulta importante considerar en cuánto peligra el statu quo regional y mundial frente a estos hechos.

Cada sector está en lo suyo: la gente piensa en hambre, miseria, desempleo, pobreza, opresión y represión, dignidad humana; los gobiernos árabes en su poder y estabilidad y las grandes potencias en sus intereses económicos y de seguridad y en el equilibrio estratégico internacional.

Muchos analistas afirman que se está ante un giro histórico e imprevisto. Lo importante es cuál es el nivel de trascendencia, no de los acontecimientos, sino del fenómeno y hacia dónde se dirige. ¿Estamos ante un cambio de paradigma o se trata de acontecimientos importantes pero sin cambios radicales?

Para tratar de comprender la situación, habría que tener en cuenta: 1) las causas de las rebeliones; 2) el futuro del mundo árabe; y 3) las consecuencias para Estados Unidos, la Unión Europea (UE) y China, en el equilibrio estratégico de la región, incluyendo la problemática del conflicto Israel-Palestina.

En cuanto a las características de la región, hay que considerar que en el Medio Oriente, así como en el Magreb -norte de Africa-, los Estados son “premodernos” tanto en su desarrollo económico, como en su configuración sociopolítica. En algunos países, los clanes y las tribus aún predominan.

Frente a los acontecimientos y sus causas probables, me planteo dos hipótesis básicas:

1) El pueblo está harto de los déspotas que tratan a sus naciones como feudos personales y los ingresos petroleros como dinero de su dinastía. Las protestas son masivas, nacionales y simultáneas, pero no tienen que ver con el panarabismo o el panislamismo. Tampoco son anti occidentales. Lo único que comparten son las razones: corrupción, falta de transparencia, autoritarismo, pobreza, desempleo, hambre.

2) El gobierno de Estados Unidos, junto a algunos aliados europeos, tiene un plan de debilitamiento de los gobiernos y busca la división de esos países con el objeto de tener justificativos para intervenirlos y controlarlos, por motivos estratégicos de seguridad y, especialmente, por el petróleo.

LAS REVUELTAS

En lo que hace a la primera hipótesis, las revueltas se inician en Túnez y la chispa fue la inmolación del joven tunecino Mohamed Buazizi. El objeto de la protesta fue ajeno a la realidad sociopolítica y económica del país, y el resultado fue que decenas de miles de personas terminaron derrocando al Presidente Zine el-Abidine Ben Ali que gobernó durante 20 años, y también al Primer Ministro Mohamed Ghanuchi que lo reemplazó ya que, señalaban, tenía vínculos con el régimen anterior, por lo que terminó nombrando Primer Ministro a Beji Caid Essebsi, Canciller de 1980 a 1986, en el gobierno de Habib Bourguiba. Las nuevas autoridades, anunciaron la legalización del movimiento islamista Hezb Ennahda o “Partido de la Resistencia”, luego de 30 años de inhabilitación.

El efecto de estas protestas se vio reflejado en la explosión de masas en Egipto que, tras dejar en las calles más de cuatrocientos civiles muertos, derrocó a Hosni Mubarak y abrió la transición a un espacio político distinto, aunque momentáneamente hay una provisional Junta Militar de Gobierno. Las autoridades judiciales congelaron el patrimonio del ex Presidente Mubarak y su familia y les prohíben viajar.

Los acontecimientos sucedidos se desparramaron a otros países de la región: Yemen, Jordania, Sudán, Argelia, Omán, Libia.

En Yemen el pueblo plantea la necesidad de un régimen nuevo. El Presidente Ali Abdullah Saleh está hace treinta y dos años y fue aliado de Estados Unidos en la lucha contra Al Qaeda. Perdió el apoyo de dos poderosos líderes tribales, pertenecientes a la tribu Hashid -la misma del Presidente- lo que fue interpretado como un fracaso de la estrategia del gobierno de explotar las rivalidades entre tribus para conservar el poder. Como una forma de resolver el conflicto generado por las manifestaciones, el Presidente invitó a los opositores a integrar un gobierno de unidad nacional, pero los líderes opositores rechazaron la propuesta porque no refleja las actuales circunstancias en Yemen.

En Bahrein, la gente pide una monarquía constitucional, con un parlamento que los represente y defienda sus derechos. La causa de las revueltas tiene que ver con que, musulmanes chiítas, a los que corresponde el setenta y cinco porciento de la población, exigen mayores derechos en el país gobernado por los sunitas bajo el Rey Hamad Ben Isa al-Khalifa. Para Estados Unidos, Bahrein es central por ser la sede de la V Flota que patrulla el Golfo Pérsico, de donde se extrae gran parte del petróleo que se consume en el mundo y además, podría provocar un efecto contagio al haber minorías chiítas, en los Emiratos Arabes Unidos y Arabia Saudita.

En Libia la crisis social y política encontró una situación propicia a partir de las contradicciones internas entre las Tribus que conforman el componente histórico de esa nación. El gobierno de Khadafy ha tenido en los últimos diez años una “occidentalización” que, a juicio de sectores avanzados, lo ha ido apartando del proyecto revolucionario original y ello ha generado conflictos. La revuelta, según el hijo de Khadafy, Saif Al Islam, es obra de milicianos islamistas y conspiradores extranjeros.

En el este del país, ciudades clave como Tobruk y Bengasi entre otras, están bajo el control de comités y asambleas populares, creados por las propias masas en lucha, con abogados, académicos y jueces, que no están asociados con el régimen. El ex Ministro de Justicia, Mustafa Abdel-Jalil, que actualmente está trabajando con la oposición, comentó que en Bengasi se ha puesto en marcha la formación de un gobierno de transición, que convocaría a elecciones dentro de tres meses. Varias ciudades del oeste del país están también bajo control de comités populares. Las fuerzas armadas están divididas.

El papel de las fuerzas armadas en lo que sucedió en Túnez y Egipto ha sido importante, ya que le quitaron el apoyo a los dictadores, y a estos no les quedó más opción que irse. En Libia, las fuerzas armadas se fragmentaron y algunas unidades y los mercenarios de Khadafy se mostraron dispuestos a liquidar a sus opositores, mientras que otros uniformados están luchando al lado del pueblo. Si hubiera habido unidad en las fuerzas armadas, o Khadafy controlaba nuevamente el país o el ejército hubiera acelerado el proceso hacia el lado del pueblo.

LAS CAUSAS

Entre las causas de las rebeliones, hay que destacar que la catástrofe social, con todo lo que implica una crisis económica prolongada, incluyendo una alta tasa de desempleo y de escasez de alimentos, es el común denominador visible de las revueltas.

Las revueltas populares en Túnez y Egipto sobre un fondo de opresión, hambre y desocupación, que algunos han calificado de “revolución”, se mueven dentro de un marco estrecho, porque a pesar de su masividad, el poder de decisión lo siguen teniendo las élites dominantes con el respaldo de las fuerzas armadas y con el apoyo explícito de las grandes potencias encabezadas por Estados Unidos, que se ha pronunciado por una “transición ordenada”, dando lugar al gatopardismo (que todo cambie para que nada cambie).

Para Estados Unidos, de la misma manera que para sus aliados económicos y políticos de Europa y Japón, la efervescencia social del mundo árabe le exige replantearse su concepción geopolítica, puesto que, de radicalizarse, sus intereses e influencia en las naciones árabes serían seriamente afectados, quedándole sólo Israel como apoyo en la región.

No hay en los levantamientos populares árabes asomo de socialismo ni de islamismo y tampoco de influencia europea por establecer sistemas políticos afines. Se trata de una revuelta económica de contenido nacionalista y anticolonial. Los que están generando estos movimientos están diciendo que no quieren dictaduras, sino libertad, justicia y dignidad, y esto no tiene nada que ver con el islamismo. Lo que se puede inferir es que los musulmanes quieren los mismos valores que tienen otros en el mundo.

Tariq Ramadan, especialista en el mundo árabe de la Universidad de Oxford, dice que habría que dejar de lado la visión binaria que tienen los occidentales sobre el mundo musulmán, como si sólo tuviera por un lado a los radicales islámicos y por el otro a los dictadores -a los que en muchos casos han sostenido en beneficio de sus intereses estratégicos-. Las protestas no son religiosas. La gente que participa lo es. Son cristianos o musulmanes, pero no piden una teocracia, sino libertad, democracia y un régimen transparente.

La fortaleza de estos movimientos radica en su heterogeneidad porque nadie puede controlarlos, a la vez que también es su debilidad, porque no tienen liderazgos.

Lo que debe entender el mundo occidental es que su modelo de democracia no puede ser impuesto. Las grandes potencias, particularmente Estados Unidos y los países de Europa occidental, se encuentran preocupadas por la democracia y los derechos humanos ahora, mientras mantuvieron el silencio durante décadas.

Hay que dejar que la gente vaya encontrando su propio modelo que les permita alcanzar transparencia, responsabilidad, justicia social, un voto por persona, separación de poderes, tal como lo piden en las manifestaciones. Los modelos dependen de cada sociedad y no deben ser impuestos.

¿UNA CONSPIRACION?

Respecto de la segunda hipótesis, según la legisladora y periodista de Bahrein, Samira Rajab, los disturbios y las revueltas en los países árabes son la realización de un proyecto de Estados Unidos, conocido como “Nuevo Oriente Próximo”. Su primera fase fue Irak, luego siguió el Líbano y desde 2011 comienza una nueva etapa, cuya realización llevará al menos un decenio. Para ella, Estados Unidos planea debilitar a los países árabes, crear allí un ambiente de constante tensión, con el fin de tener pretexto para inmiscuirse.

Fidel Castro opina que la política de saqueo impuesta por Estados Unidos y sus aliados de la OTAN en Medio Oriente entró en crisis. Se desató con el alto costo de los cereales, cuyos efectos se hacen sentir con más fuerza en los países árabes donde, a pesar de sus enormes recursos petroleros, la escasez de agua, las áreas desérticas y la pobreza generalizada, contrastan con los enormes recursos derivados del petróleo que poseen los sectores privilegiados. Los medios masivos del imperio han preparado el terreno para actuar.

Carlos Fonseca Terán, del Frente Sandinista de Liberación Nacional (FSLN) de Nicaragua, considera que a Estados Unidos poco le importa sustituir a un gobierno adepto por otro en Túnez y Egipto, si esto le da la posibilidad de sustituir también un régimen revolucionario por un gobierno servil en Libia o posiblemente en Siria.

Muammar Khadafy culpa a fuerzas extranjeras de las revueltas que hay en Libia. Afirma que todo el poder en el país está en manos del pueblo, que el sistema de Libia es un sistema de autoridad de la gente, de las asambleas populares y comités del pueblo, no un sistema de presidencia, gobierno, partido político o de clase.

CONSECUENCIAS

Respecto de las consecuencias, estas movilizaciones han hecho que los intelectuales en Arabia Saudita, preocupados por lo ocurrido en Túnez y Egipto consideren importante que se efectúen reformas políticas, económicas y sociales, antes que la situación se agrave en el reino. Reclamaron la instalación de una monarquía constitucional, la separación de poderes y la adopción de una Constitución. También la elección del sufragio universal del Majlis al Shura, o Consejo Legislativo, así como el derecho de voto y la elegibilidad para las mujeres. Solicitan la adopción de medidas que permitan dar, a las mujeres, derecho al trabajo, a la educación, a la propiedad y participación en la vida pública y prohibir toda discriminación confesional, tribal, regionalista o racial.

REACCION DE LA COMUNIDAD INTERNACIONAL

La comunidad internacional ya ha comenzado a reaccionar, pero en forma dividida. Se trata de una respuesta diferenciada dependiendo de los países, lo que lleva a preguntarse si se está usando un doble standard en la región.

Desde el punto de vista de Estados Unidos y Europa occidental, “comunidad internacional” significa esa élite de países, particularmente los del Consejo de Seguridad (CS) de la ONU o los miembros de la OTAN, que toman decisiones por sobre el resto, no la Asamblea General (AG) de la ONU donde están representados todos los Estados del Planeta.

El CS de la ONU votó el veintiséis de febrero de 2011 por unanimidad, la imposición de sanciones al gobierno de Muammar Khadafy, motivado por el tema de los derechos humanos. Se incluye la prohibición de viajar al extranjero y la congelación de los bienes de la familia Khadafy. Decidió elevar a la Corte Penal Internacional (CPI), acusaciones por los presuntos abusos en el país desde que comenzaron las protestas y acordó imponer un embargo absoluto a la venta de armas.

Considerar el tema de la no intervención en los asuntos internos de los Estados, que muchos plantean, para dejar en manos de la sociedad civil árabe la solución de sus propios problemas, frente a la protección de los derechos humanos, toda vez que la población está siendo no sólo reprimida, sino masacrada, deriva en la necesidad de privilegiar uno de los dos principios: la protección de los derechos humanos está por encima de la no intervención.

En Rusia, gobierno y académicos no están de acuerdo con la intervención en los asuntos internos de Libia. Consideran que la resolución del CS de la ONU contra Khadafy y su séquito, es suficiente reacción de la comunidad mundial, pero no debe haber intromisión militar extranjera.

El gobierno de China plantea que se deben respetar la soberanía y la integridad territorial del país, y se debe buscar una solución pacífica a la crisis, mediante diálogo entre todas las partes implicadas. Hay treinta y cinco mil chinos, entre gerentes, técnicos y trabajadores, que construyen industrias e infraestructura a cambio de petróleo y otras materias primas. Una intervención militar de Estados Unidos y la OTAN en Libia, podría derribar todo el marco de las relaciones económicas que el mundo tiene con este país y abrir el camino a las multinacionales con base en Estados Unidos, por lo tanto, este país podría controlar las fuentes de energía de las que depende en gran parte Europa y que también proveen a China.

Una propuesta alternativa, apoyada por la Liga Arabe, para evitar la posible “militarización” de Libia y la región por parte de Estados Unidos y sus aliados de la OTAN, es la de Hugo Chávez, que sugiere crear una “comisión humanitaria internacional” con representantes de América Latina y Europa, para dialogar con el gobierno y la oposición. EUA y los países europeos que intentan regularizar la situación en Libia mediante una intervención militar, no deben ser incluidos en esa comisión. Khadafy pidió el envío de una misión investigadora de la ONU o de la Organización para la Unidad Africana (OUA) a Libia.

Las veintisiete naciones que conforman la UE consensuaron un paquete de sanciones contra Libia, que incluye un embargo total de armas y la congelación de bienes de Khadafy en territorio europeo. Las sanciones incluyen la prohibición a Khadafy y su familia de viajar a cualquier país de la UE. Habría que indicar que buena parte de las armas que se utilizan para reprimir a las multitudes en Bahrein y Libia llevan la marca “made in Great Britain”.

La Alta Representante de la UE, Catherine Ashton, envió un equipo de observación a Libia, para conseguir información, previa a la reunión del Consejo Europeo Extraordinario.

El veintiséis de febrero de 2011 Barack Obama pidió la inmediata renuncia y salida del país del líder libio y rechazó el envío de una comisión internacional propuesta por Chávez. Firmó una orden ejecutiva congelando los activos de Khadafy, miembros de su familia y altos funcionarios y anunció que confiscaba las propiedades del gobierno libio en Estados Unidos. Según declaraciones de la Secretaria de Estado Hillary Clinton, la “comunidad internacional” debe elaborar una respuesta “humanitaria”, a la par que “política” a la crisis libia. Las medidas contemplan crear una zona de exclusión aérea, para evitar que el gobierno de Khadafy ataque a los manifestantes.

Israel está quedando aislado en una región inestable. El periodista israelí Gideon Levy escribió en Haaretz diciendo que el Oriente Medio no necesita estabilidad, en referencia a que, de hecho, es sinónimo de pobreza, desigualdad e injusticia y eso es un fermento muy grande para las revueltas.

Egipto durante el gobierno de Mubarak, fue importante para salvaguardar la paz con Israel, mantener abierto el Canal de Suez, y apoyar los intereses de Estados Unidos en la región. El temor del gobierno norteamericano es que nuevos gobiernos en la región, no contemplen sus prioridades e intereses, a la vez que si los procesos de cambio se estancan, también se perjudican. Si las nuevas fuerzas que surjan son nacionalistas, el establecimiento de la paz árabe-israelí puede sufrir contratiempos. Por su parte, Elliott Abrams del Consejo de Relaciones Exteriores opina que, la esperanza sería que un nuevo gobierno permita un debate en Egipto, por primera vez, sobre las relaciones con Israel y que ese debate contemple la perspectiva de todos, incluyendo la de los hermanos musulmanes y resulte en que no quieren la guerra con Israel, lo que sería un gran avance para la paz en la región.

UNA LIBIA POST-KHADAFY

Pensar en una Libia post Khadafy no es sencillo. Khadafy creó un sistema de gobierno tan personal que prácticamente no dejó espacio más allá de él, su familia y la reducida élite gobernante, compuesta por miembros de la tribu de Khadafy: Qadhadhfa. A diferencia de Túnez o Egipto, las fuerzas que podrían haber coadyuvado a suavizar el proceso de transición, como los partidos políticos, los sindicatos, los grupos de oposición o las organizaciones de la sociedad civil, no existen en Libia.

Los escenarios posibles son: 1) un país dividido en una parte oriental y otra occidental; 2) una situación de total anarquía, similar a la que vive Somalia desde hace años; 3) una república reformada.

No existe una fuerza unificadora o una personalidad que pueda dar el paso adelante y asumir el gobierno, lo que plantea el riesgo de un gran vacío de poder. Hay varios actores como los líderes tribales que buscan tomar control de sus propias áreas, pero dada su historia de antagonismos las posibilidades de acuerdo son lejanas.

Un Estado colapsado en Libia tendría graves implicaciones para Europa en particular con temas como el suministro de petróleo y la inmigración ilegal. Para los europeos, la mejor apuesta, en caso de que Khadafy caiga, sería acercarse a esas fuerzas que son capaces de administrar una transición y ofrecerles apoyo y asistencia en la construcción del Estado en el largo plazo. Eso ya lo está haciendo el gobierno británico.

Este texto fue publicado en la Revista: Veintitres Internacional, Buenos Aires, Febrero del 2011, Año 5, Nro. 62, págs. 12-18.