sábado, 9 de abril de 2011

MUNDO ARABE: UN GRAN ROMPECABEZAS QUE SE DESARMA

Desde hace más de un mes, el mundo árabe es noticia en todo el planeta. Se están jugando procesos que tendrán consecuencias para la estructura mundial en los próximos años. Resulta importante considerar en cuánto peligra el statu quo regional y mundial frente a estos hechos.

Cada sector está en lo suyo: la gente piensa en hambre, miseria, desempleo, pobreza, opresión y represión, dignidad humana; los gobiernos árabes en su poder y estabilidad y las grandes potencias en sus intereses económicos y de seguridad y en el equilibrio estratégico internacional.

Muchos analistas afirman que se está ante un giro histórico e imprevisto. Lo importante es cuál es el nivel de trascendencia, no de los acontecimientos, sino del fenómeno y hacia dónde se dirige. ¿Estamos ante un cambio de paradigma o se trata de acontecimientos importantes pero sin cambios radicales?

Para tratar de comprender la situación, habría que tener en cuenta: 1) las causas de las rebeliones; 2) el futuro del mundo árabe; y 3) las consecuencias para Estados Unidos, la Unión Europea (UE) y China, en el equilibrio estratégico de la región, incluyendo la problemática del conflicto Israel-Palestina.

En cuanto a las características de la región, hay que considerar que en el Medio Oriente, así como en el Magreb -norte de Africa-, los Estados son “premodernos” tanto en su desarrollo económico, como en su configuración sociopolítica. En algunos países, los clanes y las tribus aún predominan.

Frente a los acontecimientos y sus causas probables, me planteo dos hipótesis básicas:

1) El pueblo está harto de los déspotas que tratan a sus naciones como feudos personales y los ingresos petroleros como dinero de su dinastía. Las protestas son masivas, nacionales y simultáneas, pero no tienen que ver con el panarabismo o el panislamismo. Tampoco son anti occidentales. Lo único que comparten son las razones: corrupción, falta de transparencia, autoritarismo, pobreza, desempleo, hambre.

2) El gobierno de Estados Unidos, junto a algunos aliados europeos, tiene un plan de debilitamiento de los gobiernos y busca la división de esos países con el objeto de tener justificativos para intervenirlos y controlarlos, por motivos estratégicos de seguridad y, especialmente, por el petróleo.

LAS REVUELTAS

En lo que hace a la primera hipótesis, las revueltas se inician en Túnez y la chispa fue la inmolación del joven tunecino Mohamed Buazizi. El objeto de la protesta fue ajeno a la realidad sociopolítica y económica del país, y el resultado fue que decenas de miles de personas terminaron derrocando al Presidente Zine el-Abidine Ben Ali que gobernó durante 20 años, y también al Primer Ministro Mohamed Ghanuchi que lo reemplazó ya que, señalaban, tenía vínculos con el régimen anterior, por lo que terminó nombrando Primer Ministro a Beji Caid Essebsi, Canciller de 1980 a 1986, en el gobierno de Habib Bourguiba. Las nuevas autoridades, anunciaron la legalización del movimiento islamista Hezb Ennahda o “Partido de la Resistencia”, luego de 30 años de inhabilitación.

El efecto de estas protestas se vio reflejado en la explosión de masas en Egipto que, tras dejar en las calles más de cuatrocientos civiles muertos, derrocó a Hosni Mubarak y abrió la transición a un espacio político distinto, aunque momentáneamente hay una provisional Junta Militar de Gobierno. Las autoridades judiciales congelaron el patrimonio del ex Presidente Mubarak y su familia y les prohíben viajar.

Los acontecimientos sucedidos se desparramaron a otros países de la región: Yemen, Jordania, Sudán, Argelia, Omán, Libia.

En Yemen el pueblo plantea la necesidad de un régimen nuevo. El Presidente Ali Abdullah Saleh está hace treinta y dos años y fue aliado de Estados Unidos en la lucha contra Al Qaeda. Perdió el apoyo de dos poderosos líderes tribales, pertenecientes a la tribu Hashid -la misma del Presidente- lo que fue interpretado como un fracaso de la estrategia del gobierno de explotar las rivalidades entre tribus para conservar el poder. Como una forma de resolver el conflicto generado por las manifestaciones, el Presidente invitó a los opositores a integrar un gobierno de unidad nacional, pero los líderes opositores rechazaron la propuesta porque no refleja las actuales circunstancias en Yemen.

En Bahrein, la gente pide una monarquía constitucional, con un parlamento que los represente y defienda sus derechos. La causa de las revueltas tiene que ver con que, musulmanes chiítas, a los que corresponde el setenta y cinco porciento de la población, exigen mayores derechos en el país gobernado por los sunitas bajo el Rey Hamad Ben Isa al-Khalifa. Para Estados Unidos, Bahrein es central por ser la sede de la V Flota que patrulla el Golfo Pérsico, de donde se extrae gran parte del petróleo que se consume en el mundo y además, podría provocar un efecto contagio al haber minorías chiítas, en los Emiratos Arabes Unidos y Arabia Saudita.

En Libia la crisis social y política encontró una situación propicia a partir de las contradicciones internas entre las Tribus que conforman el componente histórico de esa nación. El gobierno de Khadafy ha tenido en los últimos diez años una “occidentalización” que, a juicio de sectores avanzados, lo ha ido apartando del proyecto revolucionario original y ello ha generado conflictos. La revuelta, según el hijo de Khadafy, Saif Al Islam, es obra de milicianos islamistas y conspiradores extranjeros.

En el este del país, ciudades clave como Tobruk y Bengasi entre otras, están bajo el control de comités y asambleas populares, creados por las propias masas en lucha, con abogados, académicos y jueces, que no están asociados con el régimen. El ex Ministro de Justicia, Mustafa Abdel-Jalil, que actualmente está trabajando con la oposición, comentó que en Bengasi se ha puesto en marcha la formación de un gobierno de transición, que convocaría a elecciones dentro de tres meses. Varias ciudades del oeste del país están también bajo control de comités populares. Las fuerzas armadas están divididas.

El papel de las fuerzas armadas en lo que sucedió en Túnez y Egipto ha sido importante, ya que le quitaron el apoyo a los dictadores, y a estos no les quedó más opción que irse. En Libia, las fuerzas armadas se fragmentaron y algunas unidades y los mercenarios de Khadafy se mostraron dispuestos a liquidar a sus opositores, mientras que otros uniformados están luchando al lado del pueblo. Si hubiera habido unidad en las fuerzas armadas, o Khadafy controlaba nuevamente el país o el ejército hubiera acelerado el proceso hacia el lado del pueblo.

LAS CAUSAS

Entre las causas de las rebeliones, hay que destacar que la catástrofe social, con todo lo que implica una crisis económica prolongada, incluyendo una alta tasa de desempleo y de escasez de alimentos, es el común denominador visible de las revueltas.

Las revueltas populares en Túnez y Egipto sobre un fondo de opresión, hambre y desocupación, que algunos han calificado de “revolución”, se mueven dentro de un marco estrecho, porque a pesar de su masividad, el poder de decisión lo siguen teniendo las élites dominantes con el respaldo de las fuerzas armadas y con el apoyo explícito de las grandes potencias encabezadas por Estados Unidos, que se ha pronunciado por una “transición ordenada”, dando lugar al gatopardismo (que todo cambie para que nada cambie).

Para Estados Unidos, de la misma manera que para sus aliados económicos y políticos de Europa y Japón, la efervescencia social del mundo árabe le exige replantearse su concepción geopolítica, puesto que, de radicalizarse, sus intereses e influencia en las naciones árabes serían seriamente afectados, quedándole sólo Israel como apoyo en la región.

No hay en los levantamientos populares árabes asomo de socialismo ni de islamismo y tampoco de influencia europea por establecer sistemas políticos afines. Se trata de una revuelta económica de contenido nacionalista y anticolonial. Los que están generando estos movimientos están diciendo que no quieren dictaduras, sino libertad, justicia y dignidad, y esto no tiene nada que ver con el islamismo. Lo que se puede inferir es que los musulmanes quieren los mismos valores que tienen otros en el mundo.

Tariq Ramadan, especialista en el mundo árabe de la Universidad de Oxford, dice que habría que dejar de lado la visión binaria que tienen los occidentales sobre el mundo musulmán, como si sólo tuviera por un lado a los radicales islámicos y por el otro a los dictadores -a los que en muchos casos han sostenido en beneficio de sus intereses estratégicos-. Las protestas no son religiosas. La gente que participa lo es. Son cristianos o musulmanes, pero no piden una teocracia, sino libertad, democracia y un régimen transparente.

La fortaleza de estos movimientos radica en su heterogeneidad porque nadie puede controlarlos, a la vez que también es su debilidad, porque no tienen liderazgos.

Lo que debe entender el mundo occidental es que su modelo de democracia no puede ser impuesto. Las grandes potencias, particularmente Estados Unidos y los países de Europa occidental, se encuentran preocupadas por la democracia y los derechos humanos ahora, mientras mantuvieron el silencio durante décadas.

Hay que dejar que la gente vaya encontrando su propio modelo que les permita alcanzar transparencia, responsabilidad, justicia social, un voto por persona, separación de poderes, tal como lo piden en las manifestaciones. Los modelos dependen de cada sociedad y no deben ser impuestos.

¿UNA CONSPIRACION?

Respecto de la segunda hipótesis, según la legisladora y periodista de Bahrein, Samira Rajab, los disturbios y las revueltas en los países árabes son la realización de un proyecto de Estados Unidos, conocido como “Nuevo Oriente Próximo”. Su primera fase fue Irak, luego siguió el Líbano y desde 2011 comienza una nueva etapa, cuya realización llevará al menos un decenio. Para ella, Estados Unidos planea debilitar a los países árabes, crear allí un ambiente de constante tensión, con el fin de tener pretexto para inmiscuirse.

Fidel Castro opina que la política de saqueo impuesta por Estados Unidos y sus aliados de la OTAN en Medio Oriente entró en crisis. Se desató con el alto costo de los cereales, cuyos efectos se hacen sentir con más fuerza en los países árabes donde, a pesar de sus enormes recursos petroleros, la escasez de agua, las áreas desérticas y la pobreza generalizada, contrastan con los enormes recursos derivados del petróleo que poseen los sectores privilegiados. Los medios masivos del imperio han preparado el terreno para actuar.

Carlos Fonseca Terán, del Frente Sandinista de Liberación Nacional (FSLN) de Nicaragua, considera que a Estados Unidos poco le importa sustituir a un gobierno adepto por otro en Túnez y Egipto, si esto le da la posibilidad de sustituir también un régimen revolucionario por un gobierno servil en Libia o posiblemente en Siria.

Muammar Khadafy culpa a fuerzas extranjeras de las revueltas que hay en Libia. Afirma que todo el poder en el país está en manos del pueblo, que el sistema de Libia es un sistema de autoridad de la gente, de las asambleas populares y comités del pueblo, no un sistema de presidencia, gobierno, partido político o de clase.

CONSECUENCIAS

Respecto de las consecuencias, estas movilizaciones han hecho que los intelectuales en Arabia Saudita, preocupados por lo ocurrido en Túnez y Egipto consideren importante que se efectúen reformas políticas, económicas y sociales, antes que la situación se agrave en el reino. Reclamaron la instalación de una monarquía constitucional, la separación de poderes y la adopción de una Constitución. También la elección del sufragio universal del Majlis al Shura, o Consejo Legislativo, así como el derecho de voto y la elegibilidad para las mujeres. Solicitan la adopción de medidas que permitan dar, a las mujeres, derecho al trabajo, a la educación, a la propiedad y participación en la vida pública y prohibir toda discriminación confesional, tribal, regionalista o racial.

REACCION DE LA COMUNIDAD INTERNACIONAL

La comunidad internacional ya ha comenzado a reaccionar, pero en forma dividida. Se trata de una respuesta diferenciada dependiendo de los países, lo que lleva a preguntarse si se está usando un doble standard en la región.

Desde el punto de vista de Estados Unidos y Europa occidental, “comunidad internacional” significa esa élite de países, particularmente los del Consejo de Seguridad (CS) de la ONU o los miembros de la OTAN, que toman decisiones por sobre el resto, no la Asamblea General (AG) de la ONU donde están representados todos los Estados del Planeta.

El CS de la ONU votó el veintiséis de febrero de 2011 por unanimidad, la imposición de sanciones al gobierno de Muammar Khadafy, motivado por el tema de los derechos humanos. Se incluye la prohibición de viajar al extranjero y la congelación de los bienes de la familia Khadafy. Decidió elevar a la Corte Penal Internacional (CPI), acusaciones por los presuntos abusos en el país desde que comenzaron las protestas y acordó imponer un embargo absoluto a la venta de armas.

Considerar el tema de la no intervención en los asuntos internos de los Estados, que muchos plantean, para dejar en manos de la sociedad civil árabe la solución de sus propios problemas, frente a la protección de los derechos humanos, toda vez que la población está siendo no sólo reprimida, sino masacrada, deriva en la necesidad de privilegiar uno de los dos principios: la protección de los derechos humanos está por encima de la no intervención.

En Rusia, gobierno y académicos no están de acuerdo con la intervención en los asuntos internos de Libia. Consideran que la resolución del CS de la ONU contra Khadafy y su séquito, es suficiente reacción de la comunidad mundial, pero no debe haber intromisión militar extranjera.

El gobierno de China plantea que se deben respetar la soberanía y la integridad territorial del país, y se debe buscar una solución pacífica a la crisis, mediante diálogo entre todas las partes implicadas. Hay treinta y cinco mil chinos, entre gerentes, técnicos y trabajadores, que construyen industrias e infraestructura a cambio de petróleo y otras materias primas. Una intervención militar de Estados Unidos y la OTAN en Libia, podría derribar todo el marco de las relaciones económicas que el mundo tiene con este país y abrir el camino a las multinacionales con base en Estados Unidos, por lo tanto, este país podría controlar las fuentes de energía de las que depende en gran parte Europa y que también proveen a China.

Una propuesta alternativa, apoyada por la Liga Arabe, para evitar la posible “militarización” de Libia y la región por parte de Estados Unidos y sus aliados de la OTAN, es la de Hugo Chávez, que sugiere crear una “comisión humanitaria internacional” con representantes de América Latina y Europa, para dialogar con el gobierno y la oposición. EUA y los países europeos que intentan regularizar la situación en Libia mediante una intervención militar, no deben ser incluidos en esa comisión. Khadafy pidió el envío de una misión investigadora de la ONU o de la Organización para la Unidad Africana (OUA) a Libia.

Las veintisiete naciones que conforman la UE consensuaron un paquete de sanciones contra Libia, que incluye un embargo total de armas y la congelación de bienes de Khadafy en territorio europeo. Las sanciones incluyen la prohibición a Khadafy y su familia de viajar a cualquier país de la UE. Habría que indicar que buena parte de las armas que se utilizan para reprimir a las multitudes en Bahrein y Libia llevan la marca “made in Great Britain”.

La Alta Representante de la UE, Catherine Ashton, envió un equipo de observación a Libia, para conseguir información, previa a la reunión del Consejo Europeo Extraordinario.

El veintiséis de febrero de 2011 Barack Obama pidió la inmediata renuncia y salida del país del líder libio y rechazó el envío de una comisión internacional propuesta por Chávez. Firmó una orden ejecutiva congelando los activos de Khadafy, miembros de su familia y altos funcionarios y anunció que confiscaba las propiedades del gobierno libio en Estados Unidos. Según declaraciones de la Secretaria de Estado Hillary Clinton, la “comunidad internacional” debe elaborar una respuesta “humanitaria”, a la par que “política” a la crisis libia. Las medidas contemplan crear una zona de exclusión aérea, para evitar que el gobierno de Khadafy ataque a los manifestantes.

Israel está quedando aislado en una región inestable. El periodista israelí Gideon Levy escribió en Haaretz diciendo que el Oriente Medio no necesita estabilidad, en referencia a que, de hecho, es sinónimo de pobreza, desigualdad e injusticia y eso es un fermento muy grande para las revueltas.

Egipto durante el gobierno de Mubarak, fue importante para salvaguardar la paz con Israel, mantener abierto el Canal de Suez, y apoyar los intereses de Estados Unidos en la región. El temor del gobierno norteamericano es que nuevos gobiernos en la región, no contemplen sus prioridades e intereses, a la vez que si los procesos de cambio se estancan, también se perjudican. Si las nuevas fuerzas que surjan son nacionalistas, el establecimiento de la paz árabe-israelí puede sufrir contratiempos. Por su parte, Elliott Abrams del Consejo de Relaciones Exteriores opina que, la esperanza sería que un nuevo gobierno permita un debate en Egipto, por primera vez, sobre las relaciones con Israel y que ese debate contemple la perspectiva de todos, incluyendo la de los hermanos musulmanes y resulte en que no quieren la guerra con Israel, lo que sería un gran avance para la paz en la región.

UNA LIBIA POST-KHADAFY

Pensar en una Libia post Khadafy no es sencillo. Khadafy creó un sistema de gobierno tan personal que prácticamente no dejó espacio más allá de él, su familia y la reducida élite gobernante, compuesta por miembros de la tribu de Khadafy: Qadhadhfa. A diferencia de Túnez o Egipto, las fuerzas que podrían haber coadyuvado a suavizar el proceso de transición, como los partidos políticos, los sindicatos, los grupos de oposición o las organizaciones de la sociedad civil, no existen en Libia.

Los escenarios posibles son: 1) un país dividido en una parte oriental y otra occidental; 2) una situación de total anarquía, similar a la que vive Somalia desde hace años; 3) una república reformada.

No existe una fuerza unificadora o una personalidad que pueda dar el paso adelante y asumir el gobierno, lo que plantea el riesgo de un gran vacío de poder. Hay varios actores como los líderes tribales que buscan tomar control de sus propias áreas, pero dada su historia de antagonismos las posibilidades de acuerdo son lejanas.

Un Estado colapsado en Libia tendría graves implicaciones para Europa en particular con temas como el suministro de petróleo y la inmigración ilegal. Para los europeos, la mejor apuesta, en caso de que Khadafy caiga, sería acercarse a esas fuerzas que son capaces de administrar una transición y ofrecerles apoyo y asistencia en la construcción del Estado en el largo plazo. Eso ya lo está haciendo el gobierno británico.

Este texto fue publicado en la Revista: Veintitres Internacional, Buenos Aires, Febrero del 2011, Año 5, Nro. 62, págs. 12-18.

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